Ya está en las salas de cine la película que otorgó a su director ser el ganador de una nueva Palma de Oro: El triángulo de la tristeza. Ruben Östlund, quien ya había sido galardonado por The Square (2017), deslumbra esta vez con una nueva sátira, tan elegante como explosiva. Un capitán borracho y comunista, un vendedor capitalista y una modelo influencer, son solo algunos de los personajes que se entremezclan en una historia para reírse peculiarmente de la gente privilegiada (entre un par de otras cosas más). Revisa a continuación nuestra review.

Nominada a galardones como Mejor Película, Mejor Guion, y Mejor Director, El triángulo de la tristeza (Triangle of Sadness) sigue a la pareja de modelos famosos Carl (Harris Dickinson) y Yaya (Charlbi Dean), al ser invitados a un crucero en el que también abordan más pasajeros disfrutando la privilegiada vida de ricos. 

Desde temprano, los trabajadores del barco son alentados para poder dar el mejor servicio y ganarse una abundante propina. Sin embargo, las cosas se empiezan a salir del control luego de que el menú para los comensales comienza a enfermarlos, una situación que poco le importa al indiferente capitán del barco (Woody Harrelson).

Tras el caótico evento que conllevó inevitablemente a sufrir un accidente, algunos de los pasajeros quedan varados en una isla remota, obligados a sobrevivir como puedan con los medios que poseen.

Caótica y divertida
 

Más cercana a la comedia negra, la situación trágica y caótica que pudo haber sido abordada desde el drama, se maneja audiovisualmente —a grandes rasgos— de una manera bastante liviana, fácil de seguir y con una cinematografía que se muestra sofisticada.

Esta historia, si bien plantea dos personajes principales —una pareja que está junta por conveniencia para poder realzar su imagen en redes sociales—, pasa rápidamente a ser un retrato general del lado A y el lado B de unas vacaciones de lujo, en donde los trabajadores son alentados para atender a exclusivos pasajeros y entregarles un servicio de primera calidad.

Ruben Östlund, tanto guionista como director de la película, nos sugiere esta vez el haber creado una obra que nace desde una posición de completo juego y burla, creando situaciones altamente desafortunadas y llevándolas al punto de lo grotesco, sin dejar en ningún momento la ironía de la situación.

¿Un mensaje político?

Triangle of Sadness es una película que de forma particular aborda distintas temáticas sociales y políticas. Desde la comedia y con divertidas conversaciones entre el capitán del barco y uno de sus pasajeros, por ejemplo, se ríe sin complicaciones de las polaridades en cuanto a posturas políticas que, a pesar de haberlas expuesto desde un diálogo espontáneo y entretenido, comienzan a resonar de manera subterránea. a medida que avanza el conflicto.

Y es que al momento en que los personajes quedan varados en una isla, comienza un momento de “reorganización” social, en donde se crea un nuevo sistema que pueda funcionar para sobrevivir, invirtiendo las jerarquías y los roles de poder previamente establecidos. Es allí donde nacen dinámicas muy interesantes para analizar o que, simplemente, son curiosas y muy divertidas de ver.

Finalmente, como una pequeña venganza ficticia hacia quienes logran alcanzar la cima a través de la belleza física y el éxito económico, Ruben Östlund probablemente se permitió divertirse creando en esta película escenarios en donde poder reírse un poco de ellos y con ellos pues, a pesar de ser una sátira, no llega a ser ofensiva ni tampoco toma posturas políticas explícitas, como el buscar glorificar a las personas o trabajadores "comunes". Así, esta producción que no sostiene ninguna bandera demasiado revolucionaria, puede ser disfrutada por todos los espectadores que quieran simplemente pasar un momento de distracción con una gran calidad audiovisual y buenas actuaciones.

Luego de esta review, ve el tráiler oficial de El triángulo de la Tristeza acá: